Love and peace

domingo, 18 de marzo de 2012

Noche.

Revoloteas en la cama, son las 3:04 y tras haber recorrido cada espacio de la cama ves que aún no puedes dormir. Te levantas, vas al baño, metes los pies en la bañera para probar si la relajante caída del agua caliente sobre tus pies consigue adormecerte, no funciona. Entonces vuelves al cuarto, continuas explorando los lugares más recónditos de la cama sin encontrar el lugar apropiado. Te paras y piensas ¿qué me pasa? Y recuerdas que justo la noche anterior a esa misma hora estabas junto a él, acomodada en su pecho y habías sentido tanta comodidad que habías pensado que no podrías volver a dormir sin él, sin su olor, sin su respiración alborotándote lentamente los pelos de tu fleco,  sin sus brazos rodeándote para que te sintieras protegida, sin su jugueteo de dedos formando círculos en tu barriga,... Encontraste la respuesta del por qué no podías dormir, no estabas junto a él y te faltaba algo, te faltaba su presencia que te hacía sentir la mayor relajación del mundo. Necesitas de él para poder dormir y ¿por qué no?, para poder vivir.

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